Programa Permanente de Investigación, Extensión y Desarrollo en Comunidades Indígenas de la República Argentina - UBA
Autores: González, Crispina; Iñigo Carrera, Valeria; Picciotto, Cecilia; Schiaffini, Hernán; Verzoub, Martín Hernán, Juan Martin Leguizamón
Introducción:
Desde Tartagal hasta Maquinchao hay, de acuerdo a los buscadores de Internet, 2.641.4 kilómetros. En un vehículo veloz representaría unos tres días con sus noches (y tres más de vuelta) unir estos puntos del mapa. En avión se tarda menos pero en realidad no tanto menos, porque un viaje suele empezar mucho antes de subir a ese avión o a cualquier otro medio de transporte.
Viajar desde Tartagal o las riberas del Pilcomayo en Salta, hasta el pie de la meseta de Somuncurá, en Río Negro, implica un esfuerzo de voluntad, cuerpo y logística que pocos conocemos. Y también encierra una decisión colectiva, política, organizativa que va más allá de cada persona que viaja, porque no viaja quien lo desea, sino quien el colectivo al que pertenece designa. En general, ni siquiera conocemos del todo las historias de quienes emprenden ese viaje, sino sólo pequeños tramos, fragmentos de un recorrido que empieza, como decíamos, días antes de partir. Porque antes de salir hay que organizar los compromisos y las obligaciones, resolver quién va a cuidar de los parientes, la huerta o el empleo, hacerse el tiempo y el coraje para abandonar la ciudad o el paraje, subir a un colectivo, o más de uno, que vaya a una ciudad donde hay aeropuerto, pasar escáneres y cacheos, tomar el avión.
El camino inverso, viajar de Maquinchao a Salta, es igual de complicado. Hay que abandonar el campo y eso, a algunos, les lleva días de preparativos. Participar de un encuentro de dos o tres días de duración representa quizás unos diez días de abandonar el hogar desde que se traspone la puerta con el bolso hasta que se retorna. Y, sobre todo, expresa una decisión que es producto y a la vez alimento, de un colectivo.
En este artículo queremos dar cuenta de algunas de las prácticas de extensión que desarrollamos desde el Programa Universitario Permanente de Investigación, Extensión y Desarrollo en Comunidades Indígenas de Argentina (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires), en el marco del Observatorio Colectivo para Pueblos Originarios (OCOPO), iniciativa de nuestro espacio. Y ofrecer algunas reflexiones en torno de los esfuerzos, los resultados y los tiempos de esa práctica de la extensión. Para eso, vamos a narrar algunas instancias y referencias de la trayectoria de nuestro Programa, pero también del desarrollo de dos de los numerosos encuentros entre comunidades y organizaciones indígenas de distintos puntos del país, en cuya articulación y realización colaboramos. Uno se desarrolló en Tartagal, Salta, en 2019. El otro, en Maquinchao, Rio Negro, en 2020. Y la participación implicó el viaje de miembros de comunidades y organizaciones de Río Negro a Salta en 2019 y, a la inversa, de miembros de comunidades y organizaciones de Salta a Río Negro en 2020, justo antes del inicio de las restricciones forzadas por la pandemia.
El Programa
El Programa Universitario Permanente de Investigación, Extensión y Desarrollo en Comunidades Indígenas de Argentina, creado en 1995 mediante una Resolución del CD de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, se propone actuar como nexo entre la facultad y la comunidad, en particular, entre la facultad y los pueblos originarios. La iniciativa tuvo como antecedente un proyecto de investigación dirigido por el Dr. Hugo Trinchero durante 1992 -sobre estructura agraria, relaciones interétnicas y reproducción social en el Chaco centro occidental-, por lo cual el Programa surgió como resultado de un trabajo conjunto y consensuado entre miembros de las comunidades indígenas de dicha porción de la región chaqueña, miembros de la Sección Antropología Social del Instituto de Ciencias Antropológicas (ICA), la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil (SEUBE) y organizaciones solidarias.
El objetivo general del Programa es vincular en forma sistemática y permanente proyectos y actividades de investigación básica y aplicada en distintos campos del conocimiento con acciones de fortalecimiento comunitario, capacitación y desarrollo. El punto de partida es, entonces, entender la extensión como una forma de relación entre universidad y sociedad, en la cual se da la posibilidad de co-construcción de conocimientos valorando los saberes que dan cuenta de diferentes experiencias y contextos.
Es en este sentido que en gran medida nuestra metodología se basa en la ejecución de talleres-encuentros, en los que la “construcción de la demanda” constituye uno de los ejes centrales. Lejos de entender a la demanda simplemente como un pedido determinado, constituye una construcción, lo que implica la problematización de su planteo, instancia que da inicio al proceso de producción de un conocimiento crítico y colectivo. Estos trabajos tienen distintas etapas tales como la búsqueda de documentación, información y bibliografía, la sistematización y organización del material, la redacción de cartillas y posterior divulgación, momentos que se plasman finalmente en la puesta en marcha de encuentros-talleres en territorio. En ellos es clave la participación de miembros de las comunidades y organizaciones que a su vez actúan, a posteriori, como sujetos activos en la circulación de la información o documentación producida.
Esta forma de producción de conocimiento y de intervención en antropología, que ya tiene más de veinticinco años de desarrollo, configura un espacio de especial interés para la reflexión teórica y metodológica sobre la antropología y en especial sobre las condiciones de ejercicio de la intervención social en las que se realiza la tarea etnográfica y sobre el rol del/de la antropólogo/a en tanto sujeto implicado.
El OCOPO
En 2011 surge el Observatorio Colectivo para Pueblos Originarios (OCOPO), como una manera de poner en valor los vínculos construidos y los acuerdos logrados con las organizaciones y comunidades indígenas, y como una inquietud formulada desde esas mismas organizaciones y comunidades a fin de posibilitar ámbitos de discusión y conocimiento de los diversos conflictos, las políticas públicas dirigidas a los pueblos indígenas y de establecer redes de contacto entre las organizaciones y comunidades que habitan distintos territorios de nuestro país. En su mayoría -y en base a su propia trayectoria- aquéllas no se plantean como objetivo el establecimiento de un vínculo con los ámbitos estatales que atienden la temática indígena, por lo que le dan un enorme valor al intercambio de experiencias y a la reflexión y planificación conjuntas desde un plano de horizontalidad.
La definición, constitución, y puesta en marcha de nuestro Observatorio se realizó en el transcurso de varios encuentros entre el Programa y las distintas organizaciones y comunidades con las que trabajamos y, de este modo, se fue delineando la idea de constituir un observatorio del cual fueran creadores y partícipes tanto la universidad como las organizaciones indígenas. El objetivo general fue generar un sistema permanentemente actualizado y accesible de documentación, análisis, difusión, capacitación y creación de alternativas de acción en torno a las distintas problemáticas de los pueblos originarios, a nivel nacional. Hoy en día, el Observatorio dispone de dos herramientas tecnológicas para facilitar la comunicación y la difusión de actividades: el newsletter NosotrosLosOtros, una gacetilla mensual que contiene información relevante y actual sobre los pueblos originarios de Argentina, producida por las mismas organizaciones y comunidades; y la página web www.ocopo.org/, donde es posible hallar artículos periodísticos, científicos, legislación y jurisprudencia sobre temas pertinentes.
Sumado a ello, el Programa y el Observatorio se han comprometido en el dictado de Seminarios de Prácticas Socioeducativas Territorializadas, participando de tal modo en el ámbito docente de la Facultad de Filosofía y Letras, dando lugar a la incorporación de estudiantes a estas experiencias y generando los espacios para el desarrollo de pasantías y trabajos en terreno.
Los Encuentros del OCOPO
En el marco de las tareas del Observatorio se han llevado adelante varios encuentros de los que han participado organizaciones y comunidades del norte y del sur del país (de los pueblos wichí, chorote, guaraní, nivacle, weenhayek, qom, diaguita-calchaquí, mapuche-tehuelche, mapuche), con trayectorias muy diferentes, insertas en realidades provinciales con dinámicas propias y distintas, pero con problemáticas en común. En estos espacios se prioriza la escucha de las experiencias vividas en torno a una temática definida previamente y de manera colectiva, se fomenta el diálogo y el trabajo, también conjunto, sobre la definición de estrategias de lucha relacionadas con aquella experiencias. Se trata de instancias importantes para el fortalecimiento de las organizaciones y comunidades, que promueven la elaboración y apropiación de herramientas necesarias en los procesos de lucha por los derechos adquiridos. A lo largo de estos años, los encuentros se han realizado tanto en la ciudad de Buenos Aires como en el ámbito de comunidades de las provincias de Salta y Río Negro. A continuación comentamos algunas de las características de los dos encuentros referidos.
Encuentro en Tartagal (Salta)
En el mes de abril de 2019, durante los días 12 a 14, se llevó adelante el Encuentro Nacional “Territorio, Memoria y Pueblos Originarios” en la ciudad de Tartagal, provincia de Salta, en un espacio dispuesto por la Radio comunitaria La Voz Indígena. Las organizaciones y comunidades participantes fueron: Comunidad Indígena Kates (zona Pilcomayo); Consejo Asesor Indígena (Río Negro); Radio Comunitaria La Voz Indígena; Comunidad Lapacho; Comunidad Guaraní Km 5; Comunidad Km 6; Comunidad La Bendición (Pocitos); Comunidad Pomis J’wet; Comunidad Guaraní 9 de Julio; Comunidad Guaraní Yariguarenda; Comunidad Guaraní Tapiregua; y Programa de Extensión, Investigación y Desarrollo en Comunidades Indígenas de Argentina (Universidad de Buenos Aires). Si bien todas ellas tienen trayectorias identitarias con muchos elementos en común, presentan una diversidad importante con relación a la situación de sus territorios y sus actividades económicas.
Quienes forman parte de comunidades asentadas en la periferia de la ciudad de Tartagal poseen una dinámica de índole más urbana, su estrecha vinculación con los circuitos comerciales de la ciudad los obliga a intentar insertar los productos que cultivan, y/o elaboran, en los mismos (ferias, puestos a la vera de la ruta o en lugares estratégicos). Es más habitual la venta de la fuerza de trabajo en los circuitos informales que los espacios urbanos ofrecen. Viven en espacios territoriales afectados por los procesos de urbanización lo que implica entre otras cosas la pérdida de áreas de cultivo.
Aquellas personas que viven en comunidades cercanas al río Pilcomayo, en zona de monte, tienen una dinámica económica bien diferenciada: además del trabajo que presupone llevar adelante los cultivos propios y comunitarios, realizan actividades artesanales y de pesca. También se encuentran aquí personas con trabajo asalariado (auxiliares bilingües, agentes sanitarios). Asimismo, residen en territorios que son permanentemente afectados por factores climáticos y geográficos, sobre todo en las cuestiones vinculadas a modificaciones en el curso del río, que los involucra directamente.
Por último, las comunidades pertenecientes al Consejo Asesor Indígena (CAI), organización de base del pueblo mapuche de la provincia de Río Negro, se dedican a la cría de ganado ovino y caprino, utilizando grandes extensiones de territorio para las épocas de veranada e invernada. Aquí también se presentan las distintas actividades en trabajos informales.
La consigna de este encuentro se centró en poder actualizar la situación territorial de cada una de las comunidades, problematizando la importancia de la historia y la memoria colectiva en los procesos de defensa de sus derechos. De esta manera, cada participante se dedicó a relatar, durante la primera jornada de trabajo, los cambios en la situación territorial en particular desde el último encuentro realizado (en diciembre de 2017).
El objetivo del segundo día de encuentro consistió en la exposición y debate de cada una de las experiencias y en trabajos de memoria e historia. Se comenzó por el caso de las mujeres de la Radio Comunitaria La Voz Indígena, quienes detallaron el camino recorrido durante veinte años hasta llegar a conformar un grupo estable que elaboró cuatro libros hasta el momento sobre la historia propia. En segundo término, expusieron los referentes de las comunidades de la zona del Pilcomayo. Se realizó un breve relato acerca de la historia de la comunidad Kates y de los talleres de historia y memoria que se realizaron durante diez años en el territorio, en conjunto con la Universidad de Buenos Aires, dando cuenta del material publicado como producto colectivo. También se comentó el trabajo realizado por la comunidad Pomis J’iwet que consiste, por un lado, en un documento elaborado sobre la historia de la comunidad, dos libros publicados, y por otro lado, en un diccionario de la lengua chorote (en vías de publicación). Por último, se presentó el trabajo que se encuentra en plena etapa de realización sobre la historia de la organización CAI.
Al finalizar esta instancia, se procedió a elaborar colectivamente un documento sobre el encuentro, dando forma a una declaración que fue firmada por todos los presentes. La misma contempló también las propuestas de trabajo que surgieron a lo largo de ambas jornadas.
Propuestas
Del trabajo de ambos días surgió fuertemente la necesidad de profundizar la investigación en el recorrido histórico de cada uno de los pueblos originarios, generando material escrito que se complemente con el extenso corpus existente producido por fuentes oficiales. Se consideró particularmente relevante la participación de las mujeres en los trabajos de historia de cada una de las comunidades, dando lugar a una contribución igualitaria –en términos de género- en torno a la memoria de cada pueblo. También se conversó sobre la posibilidad de organizar reuniones con mujeres de otras comunidades, que vivencien otras situaciones, para poder intercambiar experiencias y enriquecerse mutuamente.
A su vez, se manifestó la importancia del abordaje de otras problemáticas entre las comunidades: adicciones entre los jóvenes, “pérdida de las lenguas y las tradiciones originarias”, acceso a la salud y a la educación desde una mirada intercultural, obtención de documentos, etc. Resultó fundamental el intercambio entre comunidades y organizaciones para converger en un mismo camino que reivindique la propia historia y fortalezca las identidades. De este intercambio, seguramente lo más importante es el establecimiento de vínculos entre organizaciones. Para dar un ejemplo, al término del encuentro, el CAI comentó que tenían la posibilidad de postularse para obtener financiamiento para participar del “12o período de sesiones del Mecanismo de Expertos sobre los derechos de los pueblos indígenas” (Ginebra - Suiza, del 15 al 19 de julio de 2019) organizado por la ONU. Manifestaron que ellos, por diversos motivos, habían tomado la decisión de no postularse pero sugirieron que lo hiciera alguna comunidad de Salta. Así, una referente wichí de la comunidad Oke Pukie de la ciudad de Tartagal fue seleccionada para concurrir al evento y formar parte de las organizaciones indígenas que pudieron visibilizar sus reclamos, lo cual ha sido una experiencia transformadora tanto para ella como para la organización a la que representó.
Encuentro en Maquinchao (Río Negro)
Durante los días 24 y 25 de febrero de 2020 se desarrolló un encuentro del OCOPO en las instalaciones del camping municipal a orillas de la laguna Ñe Luan, a unos 30 kilómetros de la localidad de Maquinchao, provincia de Río Negro. Con la intención de conocer y compartir la situación atravesada por cada comunidad y cada pueblo, y analizarla de manera conjunta, participaron los siguientes colectivos de pueblos originarios y de la universidad: Consejo Asesor Indígena (CAI), Río Negro; Comunidad El Quebracho Kyelhuk, Weenhayek, Tartagal, Salta; Comunidad Ohkapukie, Mitroja Wichi Weenhayek, Salta; Comunidad chorote Pomis Jiwet - Lugar de los tambores, Santa Victoria Este, Salta; Comunidad mapuche Kom Kiñe Mu, Arroyo las Minas, La Horqueta y Alto Río Chubut, Río Negro; Comunidad Misión La Gracia, Santa Victoria Este, Salta; Comunidad mapuche Nehuen Tuain Kom, Fita Miche y Costa de Ñorquincó, Río Negro; Comunidad mapuche Carrilafquen Chico, Lof Pedraza-Anaya, Río Negro; Comunidad mapuche Bajo El Caín, Río Negro; Comunidad mapuche Wenumapu, Barril Niyeo, Río Negro; Comunidad Indígena Guaraní Yariguarenda, Tartagal, Salta; Comunidad Guaraní La Bendición, Salta; Comunidad guaraní 9 de Julio, Tartagal, Salta; Radio comunitaria La voz indígena, Salta; Programa Permanente de Extensión, Investigación y Desarrollo en Comunidades Indígenas de Argentina, Secretaría de Extensión Universitaria, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
El encuentro se inició con una rogativa (Nguillipun) a orillas de la laguna Ñe Luan durante el amanecer del 24 de febrero. Se trató de una instancia altamente valorada por la unidad y la fortaleza en ella transmitidas. Tras la presentación de los miembros de las distintas comunidades participantes, se trabajó en grupos y en plenario en torno a los conflictos emergentes en cada zona, identificando sus causas, las estrategias a seguir y las propuestas y soluciones posibles. Los conflictos abordados en mayor medida, debido al alto nivel de conflictividad que estaban atravesando, fueron los de las comunidades Quebracho, Yariguarenda, Territorios Originarios Wichí y Kom Kiñe Mu. Su análisis estuvo orientado a partir de los siguientes ejes: la cuestión territorial, la relación entre los pueblos originarios y el Estado (en sus diferentes niveles), la legislación, la cultura y espiritualidad.
En lo referido al análisis en clave territorial, los conflictos tienen en su base la expansión de la frontera productiva, los desalojos (en muchos casos violentos), la restricción en los accesos a los territorios, la posibilidad efectiva de ejercer el control territorial, los desmontes, la contaminación de las aguas y por la utilización de agrotóxicos, la introducción de especies vegetales exóticas, el desarrollo de actividades extractivas (minería, hidrocarburos) y de emprendimientos turísticos que compiten por los espacios territoriales de los pueblos indígenas, la inacción e incluso complicidad del Estado en relación con todos esos conflictos.
En particular, a la falta de cumplimiento de las leyes existentes y de consulta de las comunidades para su sanción y ejecución, se sumó la explicitación de la necesidad de asesoramiento jurídico y de participación real en el diseño de las políticas públicas.
Hubo lugar, de manera significativa, para compartir diferentes conocimientos y expresiones artísticas y culturales de todos los pueblos que participaron del encuentro. Esto tuvo en su base la necesidad de revalorizar los conocimientos propios y la historia, la cultura y la lengua propias como formas de fortalecer las luchas por los territorios.
También, durante el encuentro, se presentó el libro “Las cuatro voces del viento. Historias del monte wichí”, de Juan de Dios López (con el acompañamiento de Leda Kantor), así como el número correspondiente al mes de febrero de 2020 del Wiñilfe, periódico de comunicación interna del CAI y las herramientas informáticas del OCOPO. Se trata, en todos los casos, de iniciativas que conforman instrumentos de las organizaciones y comunidades en el marco de sus conflictos y luchas.
Propuestas
Fueron varias las propuestas que resultaron de las dos jornadas de trabajo; entre ellas: destacar la importancia de los medios comunitarios de comunicación indígena en el marco de las luchas que atraviesan las comunidades en conflicto; incorporar herramientas de lucha construidas por organizaciones y comunidades en otras regiones (marchas, carteles, cortes de calles); establecer formas de coordinación y vinculación que tiendan a afianzar la unidad de las organizaciones.
Se acordó, también, en la necesidad de profundizar y fortalecer la construcción del Observatorio, con especial énfasis en la generación de información que sirva como herramienta de lucha para las organizaciones y comunidades. Asimismo, se propuso compartir toda la información obtenida y elaborada sobre organismos estatales, de modo de alcanzar un mayor conocimiento de los mismos y denunciar las situaciones en las que no cumplen con sus funciones.
Los tiempos y los resultados de la extensión universitaria
Las experiencias personales son fuertes y marcan. A la vez, permiten la creación de encuentros y propuestas impensadas. La planificación, la organización y la financiación de los encuentros no son sencillas para ninguna de las partes involucradas. Cuando los/as patagónicos/as viajan a Salta se agobian de calor y de mosquitos, se sorprenden por las geografías apretadas y las laderas verdes, ven con sus propios ojos el acoso de los sojeros, las madereras, las petroleras sobre los territorios de pequeñas pero muy pobladas comunidades. Cuando los/as salteños/as viajan a la Patagonia se impresionan por la posibilidad de recorrer cientos de kilómetros sin casi ver a nadie ni nada, se impactan con la rala vegetación de coirones y neneos que pueblan la estepa. Un referente wichí que lucha contra la deforestación del monte chaqueño señalaba: “acá no hay árboles. Vamos a esforzarnos para escuchar las cuatro voces del viento”.
Antes de comenzar los encuentros, los/as asistentes se presentan, charlan, intercambian presentes y colaboran con la instalación de los/as visitantes en el predio que dará albergue a la actividad. Se escuchan atentamente y comparten estrategias y acciones de otros pueblos originarios en contextos divergentes. Casi inmediatamente es posible identificar que se llaman a sí mismos/as de compañeros/as y hermanos/as y que, para sorpresa de ellos/as mismos/as, narran situaciones e historias que por momento son similares, en ocasiones diferentes. La preocupación que aparece con mayor reiteración en estas charlas parece ser la necesidad de la unión y la importancia del apoyo mutuo para abordar los desafíos pendientes.
Estos intercambios son, quizás, el mayor producto de los encuentros del OCOPO. El escuchar los problemas de los otros, el observar cómo se paran frente a ellos, el aprender que de pronto tener un abogado es mucho más importante de lo que parece y no tan lejano como podría aparentar. Que en determinadas circunstancias la difusión por medio de la prensa o la exposición pública de los conflictos es un importante recurso para dejar en evidencia las injusticias. O que para encarar una acción de reafirmación territorial es necesario ser cuidadosos, tener aliados y certezas, además de voluntad.
No es lo mismo leer sobre estos temas que transitarlos. No es la misma experiencia realizar un encuentro en el territorio recuperado de una comunidad que en los salones de las facultades o los municipios (que implican, por cierto, otros aprendizajes). No es lo mismo escuchar las cosas que vivirlas, aunque sean tramos de un mismo y amplio proceso. Tampoco es lo mismo redactar un documento o difundir los resultados de un encuentro, como los que hemos mencionado en este artículo, que llevarlos a la práctica, vivirlos o hacerlos respetar.
En tal sentido, los resultados de los encuentros organizados por el OCOPO son siempre más lentos que nuestras ansiedades o que las necesidades y urgencias del contexto, tal vez porque el aprendizaje y la acumulación de experiencia así lo sean. Es en ellos donde los/as antropólogos/as también aprendemos y formamos nuestras competencias para participar e intervenir. El esfuerzo, personal y colectivo, de lograr que diez o quince personas viajen miles de kilómetros para conocer realidades y experiencias similares y diferentes no se traduce inmediatamente en resultados y ventajas concretas. Tal traducción requiere de tiempo, de espacio, de ensayos y errores, de caminos que a veces no conducen a lugar alguno, de que contextos cambiantes requieran estrategias cambiantes. Es un esfuerzo de largo plazo y resultados diferidos. Pero cuando se logra aquella acumulación se logra un nuevo piso de construcción conjunta, anclada en aprendizajes comunes. Por eso, cuando “construimos una demanda” estamos, entre todos/as, construyéndonos como nosotros/as.